viernes, 16 de septiembre de 2011

La importancia de llamarse Ronaldo

“La importancia de llamarse Ernesto” es una de las obras más importantes del escritor inglés Oscar Wilde, que juega con el doble significado de la pronunciación de la palabra earnest (formal, serio) con el nombre propio Ernest y desnuda, como muchas otras obras del autor, la farsa de la alta sociedad de la Inglaterra de principios del siglo XX y sus presunciones clasistas.

El jugador portugués Cristiano Ronaldo declaró ayer tras el partido de champions contra el Dinamo Zagreb que le tienen “envidia” porque es guapo, rico y talentoso; simplemente así, y en ese orden. La belleza es una cualidad muy subjetiva que nos quita las ganas de plantear “aburridos e interminables” debates. La fortuna económica es un estándar también relativo, aunque seguramente será rico cualquier jugador de la primera división de un equipo de primera línea europeo; y desde luego, no es necesariamente una virtud. El talento es una capacidad que se puede desarrollar de manera más o menos simple con trabajo y esfuerzo pero que en el mundo del fútbol no son muchos los que tienen la suerte de poseerlo y amplificarlo. Definitivamente, Cristiano es talentoso, es muy difícil rebatirlo.

Sin embargo, hay una cualidad que Cristiano no nombra cuando se autodefine: la humildad. Esa virtud que escasea en estos días y que consta en ser conciente de nuestras virtudes y defectos, actuar en consecuencia de ellos y ser un ejemplo para los demás desde el comportamiento. El sabrá por qué no la menciona.

Hace bien recordar un poco a Ronaldo, el jugador brasileño que supo batir increíbles records, de todo tipo. Jugó en los dos clubes más grandes de España y de Italia, es el máximo goleador de la historia de los mundiales, además de haber ganado un par de ellos; pero por sobre todas las cosas, nos regaló durante unos diez años una gran variedad de bonitas jugadas, destacando sus cualidades técnicas y físicas –potencia, velocidad, capacidad de engaño–. Las sucesivas lesiones en su rodilla (que lo acosaron en la madurez y que finalmente lo alejaron definitivamente de las canchas) le demostraron que es precisamente una vida humilde la que al final cuenta para dejar una marca, un ejemplo dentro del mundo que uno integró, un legado; porque el dinero no compra la felicidad, y la belleza y el talento deportivo son parámetros que con el inevitable paso del tiempo se desvanecen. Ojala que algún día el Cristiano entienda cual es la importancia de llamarse Ronaldo y salga de ese mundo frívolo y elitista que se basa en el egocentrismo y la superficialidad de las cosas. Un mundo que es vacío y efímero. Ese día, si es que llega, Cristiano será Ronaldo y sí, será el mejor.

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